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domingo, 21 de febrero de 2010

La grandeza de los detalles. El nuevo libro de Jon Lee Anderson

Esta colección de reportajes, publicados previamente en la revista The New Yorker y compilados expresamente para Anagrama, reúne personajes y paisajes políticos de España y Latinoamérica. Por estas páginas desfilan el rey Juan Carlos en la España de los bandazos, Pinochet antes del juez Baltasar Garzón, un espectacular Hugo Chávez en una Venezuela de contrastes, el decrépito Fidel Castro en una Cuba sin salida satisfactoria para nadie, García Márquez de genial conspirador en el polvorín colombiano, los restos de Federico García Lorca en un tira y afloja entre lo político y lo sentimental, y el paisaje de las favelas brasileñas, donde florece la extraña mística del delito. Aunando la tradición de la semblanza crítica fundada por los clásicos grecolatinos y el periodismo en directo en la línea de John Reed y George Orwell, Anderson pinta retratos que se caracterizan por la agudeza política de los comentarios, el hábil trazado de los contextos, la atención por el detalle iluminador y la concepción literaria del discurso periodístico.

La delicadeza de los detalles.
Cuando Gabriel García Márquez sale de de su casa de Bogotá, se desplaza en un Lancia Thema Turbo de 1992, un sedán personalizado, de tamaño medio, de color gris metalizado, con ventanillas a prueba de balas y chasis a prueba de bombas -contaba Jon Lee Anderson en The New Yorker en 1999 -. Lo conduce Don Chepe, un fornido ex guerrillero que trabaja para García Márquez desde hace más de veinte años. Tras ellos, en otro vehículo, van algunos agentes del servicio secreto, a veces hasta seis. Un sedán de aspecto normal, a prueba de bombas y con un motor potente es un coche seguro en un país en que todos los meses se secuestra a casi doscientas personas y se mata a más de dos mil”. Esto que cuenta Anderson es el “toque humano” en el periodismo, la precisión en el dibujo de los detalles, aquello que el periodista confirma al comentar cómo va componiendo sus reportajes y perfiles: “Si algo se vuelve cotidiano, nos olvidamos de los detalles – dice -; mis anotaciones de los primeros días son las mejores; mi ojo es subjetivo; sin escenas no hay artículo; las escenas iluminan la pieza; si logras encontrar algo de humor para incluir en el perfil, eleva la pieza…”.

Gracias a hacerse muy subjetivo el ojo del periodista y a observar siempre con gran atención, Anderson nos continúa relatando cómo en todas las casas donde García Márquez ha pasado largas temporadas – Ciudad de México, Cuernavaca, Barcelona, París, La Habana, Cartagena de Indias o Barranquilla -, el novelista colombiano posee el mismo modelo de ordenador Macintosh, que le permite trabajar donde quiera que esté: “por lo general - añade Anderson - se despierta a las cinco de la madrugada, lee un libro hasta las siete, se viste, lee la prensa, responde al correo electrónico y a eso de las diez, “pase lo que pase”, está sentado a la mesa, escribiendo, donde permanece hasta las dos y media”.

Narra todo ello Jon Lee Anderson enEl dictador, los demonios y otras crónicas y a través de ese libro también conocemos - con motivo de la visita del periodista a la residencia del Rey de España en Madrid - que un poco más abajo del edificio, “discretamente empotrado en un monte de poca altura, hay un anexo para el personal, unido al Palacio por un pasillo subterráneo, bordeado de vitrinas en las que se exponen maquetas de barcos, exquisitamente construidas, de la colección privada del rey”. Como igualmente Anderson da noticia de que en el cesped de ese Palacio, delante de una de las salas de protocolo, hay una escultura en piedra marrón del artista Eduardo Chillida que parece un trono.

Es siempre el detalle, la observación del ojo subjetivo que todo periodista debe tener en el centro de su atención para intentar luego ser lo más objetivo posible en el conjunto. Siempre es el detalle el que capta el interés del lector.

El detalle. Siempre la atención al detalle en la fabulación o en la realidad. El detalle nos revela la atmósfera o nos retrata al individuo.

Una realidad cercana.

Para quienes quedaron con ganas de leer un poco de esta nueva edición, ponemos una parte del libro a su disposición. Ojo con la historia de un capo de la mafia Brasileña, residente y señor de una de las favelas más peligrosas de Río do Janeiro.

Ver aquí, Carta desde Río de Janeiro: Los demonios.
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El futuro se fue (?)

Notable. El caballero lo explica muy bien