
La delicadeza de los detalles.
Cuando Gabriel García Márquez sale de de su casa de Bogotá, se desplaza en un Lancia Thema Turbo de 1992, un sedán personalizado, de tamaño medio, de color gris metalizado, con ventanillas a prueba de balas y chasis a prueba de bombas -contaba Jon Lee Anderson en The New Yorker en 1999 -. Lo conduce Don Chepe, un fornido ex guerrillero que trabaja para García Márquez desde hace más de veinte años. Tras ellos, en otro vehículo, van algunos agentes del servicio secreto, a veces hasta seis. Un sedán de aspecto normal, a prueba de bombas y con un motor potente es un coche seguro en un país en que todos los meses se secuestra a casi doscientas personas y se mata a más de dos mil”. Esto que cuenta Anderson es el “toque humano” en el periodismo, la precisión en el dibujo de los detalles, aquello que el periodista confirma al comentar cómo va componiendo sus reportajes y perfiles: “Si algo se vuelve cotidiano, nos olvidamos de los detalles – dice -; mis anotaciones de los primeros días son las mejores; mi ojo es subjetivo; sin escenas no hay artículo; las escenas iluminan la pieza; si logras encontrar algo de humor para incluir en el perfil, eleva la pieza…”.
Narra todo ello Jon Lee Anderson en “El dictador, los demonios y otras crónicas” y a través de ese libro también conocemos - con motivo de la visita del periodista a la residencia del Rey de España en Madrid - que un poco más abajo del edificio, “discretamente empotrado en un monte de poca altura, hay un anexo para el personal, unido al Palacio por un pasillo subterráneo, bordeado de vitrinas en las que se exponen maquetas de barcos, exquisitamente construidas, de la colección privada del rey”. Como igualmente Anderson da noticia de que en el cesped de ese Palacio, delante de una de las salas de protocolo, hay una escultura en piedra marrón del artista Eduardo Chillida que parece un trono.
Es siempre el detalle, la observación del ojo subjetivo que todo periodista debe tener en el centro de su atención para intentar luego ser lo más objetivo posible en el conjunto. Siempre es el detalle el que capta el interés del lector.
El detalle. Siempre la atención al detalle en la fabulación o en la realidad. El detalle nos revela la atmósfera o nos retrata al individuo.
Una realidad cercana.
Para quienes quedaron con ganas de leer un poco de esta nueva edición, ponemos una parte del libro a su disposición. Ojo con la historia de un capo de la mafia Brasileña, residente y señor de una de las favelas más peligrosas de Río do Janeiro.